sábado, 27 de septiembre de 2014

jueves, 25 de septiembre de 2014

Dos poemas de `Llegada a las islas´


TANGO MÁGICO

No se jugaban el pellejo y eran así todo lo felices que podían,
vivían junto a un puerto, lo cual facilitó una nueva historia
en que Edelmira llegaba temprano, y como tuvo diez minutos libres
fue al kiosco, compró flores y caramelos, después miró la hora,
cruzó el paso de cebra en dirección a un centro comercial
mientras él no encontraba aparcamiento y al abrir se topó con ese guitarrista
que tocaba canciones absurdas, sin sentido, y le echó unas monedas,
ella no terminaba de decidir su regalo mientras él olvidaba
un cuaderno y un tarro con pastillas, pero lo verdaderamente difícil
viene después de la noticia, dos horas más tarde:
en el baile, tras la cena, una mano detiene la navaja
de un impostor o de un infame, en todo caso
usurpador de la noticia siempre triste de la muerte,
aunque no se cumpla; un gacetillero refiere el caso
en un periódico de sucesos de la tarde, y en el cafetín,
entre tijeretazos entusiastas y ancianos que saben,
él le daba las gracias por llamar a menudo mientras
el telón de la historia se rasgaba y manaban ríos de ¿cordura y buen hacer?



ZARZA

Era fácil vivir aquellos días,
me pregunto cómo era y puedo verlo:
doy vueltas por la casa, iluminado
con esa luz vacía que es todo lo que tuve
y que aún me conserva, algunas veces:
borracho de palabras, como entonces
febril y agradecido,
lejos de mí, hablando por hablar,
brillando para nadie.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Alejandro Hermosilla escribe sobre `Vigilia del asesino´


"Leí Vigilia del asesino escuchando The bitter pink de Los bichos y Badlands de Dirty Beaches, y pienso que hice bien. Porque Vigilia del asesino es furia y esquizofrenia y ruido. El retrato de un alma desorientada  y torturada desnudándose ante el lector y no tanto, creo yo, un viaje exterior (que también). Hay cientos de vibraciones y miradas múltiples reflejándose en un espejo que es destruido una y otra vez, conforme la voz poética se asoma y contornea y baila frente al lector. Libro-peonza, aullido perdido, distorsiona el lenguaje, hace que sus versos chirríen para crear una sinfonía lingüística muy parecida a la que consiguen ciertos grupos psicodélicos y psicóticos. Libro-drone, recorre los vericuetos del apocalíptico mundo moderno con aires de disco de post-rock y retortijones de vinilos de Suicide y Can. Removiendo conciencias, destrozando a trizas la realidad hasta conformar el retrato caleidoscópico y partido de una sombra -el yo poético- que rebuzna, cruje, mira y salta por todas partes sin dejar de estar ante todo en sí mismo. Espeluznado por su propia incapacidad. Atemorizado por un mundo que aprende a esquivar y desbrozar ante nuestros ojos pasando de víctima a asesino en un maremoto de versos que no se detienen ni ante la muerte. Desean matar a la dama de la guadaña y a la vida para construir un limbo en el que únicamente exista el tiempo de los artistas. El tiempo de los asesinos. Ese muro en que todos los mundos son destrozados y la tensión, la frustración y la corrosión se escuchan y experimentan muchos años antes de que aparezcan".

Alejandro Hermosilla en su blog Avería de pollosEn la misma entrada, escribe también sobre los últimos poemarios de Cristina Morano y de Juan de Dios García. Os dejo el enlace justo aquí.  


martes, 2 de septiembre de 2014

Llegada a las islas

Hace exactamente diez años, en el verano de 2004, escribí el núcleo central de este libro de poemas. Hoy, que comienza septiembre, me entero de que al fin verá la imprenta, que sale publicado ya mismo. 

Y ayer justamente me acordaba de él leyendo, y subrayando -y anotando en el margen que "¡Llegada a las islas!"-, en `Le ParK´ de Bruce Bégout: "Hay que decir que la situación geográfica de la isla favorece que nuestra disposición de ánimo se ocupe en dilucidar la verdad. Su aislamiento y su separación ofrecen, como si de un claustro eremítico se tratase, las condiciones previas a la pura exploración mental. La isla conforma una especie de cerebro objetivado. No sorprende, por tanto, que los ideólogos de la utopía hayan situado con frecuencia el resultado de sus elucubraciones en este pedazo de tierra aislada, al margen de los continentes y de los hombres. La insularidad agudiza la imaginación. Le proporciona un marco fijo y delimitado en el que proyectar situaciones ficticias(*). Su virtud separadora hace posible siempre un nuevo punto de partida. El aislamiento actúa como una página en blanco".

(*)Transcribo a continuación la segunda cita que anoté aquel verano, hace diez años, para que abriese este libro: "La simulación es la mejor arma para penetrar en la complejidad del mundo", Jorge Wagensberg.

(Definitivamente, creo en la magia, las casualidades y en los círculos que se cierran para volver a abrirse)
.