martes, 14 de octubre de 2008

Volver a las andadas, 1


Volver a las andadas: abrir, cerrar la puerta; salir y andar un rato, lo de siempre. ¿Volver? Volver y ver la tele, pero poco. Encender, apagar: mejor la música, los libros. Subir esa montaña, arder en sus astillas: su luz dura una vida. Astillas siempre nuevas, y los viejos rescoldos. Apagar, encender: volar en esos lapsos. Volver, andar, soñar; pues ya camino en sueños. Es un arder tranquilo: siempre regreso a este país. Dormido, vuelo. Después vuelvo, despierto una vez más.

Volver, andar, soñar: de día y en la noche, como siempre. Envuelto siempre en esta sucesión: sucede a cada instante, será mejor así; supongo y creo, firmemente. Delego cada vez más -y mejor: supongo, espero- en esta rueda. Camino sobre ella, conjuro todavía la rapidez, la lentitud: juego a burlar estos concéntricos senderos; mi escasa posibilidad, de la que gozo porque sé que aún existe.

domingo, 12 de octubre de 2008

50.000

Estamos de enhorabuena: esta bitácora o blog sobrepasa ya las 50.000 palabras.

No queremos dejar pasar la oportunidad de agradecer a cada una de ellas su colaboración para que nuestro espacio haya sido posible y siga siéndolo, esperemos, en el futuro. Y que sigamos acumulando todas esas palabras, montonocitos de garbanzos dejados atrás en nuestro viaje sin retorno hacia la nada.

Calladas más allá de sus convencionales referentes, sosteniendo con profesionalidad su doble cara significante y significadora, sus más viejas etimologías, sus connotaciones de más nuevo cuño; sin dejar que sus vidas íntimas, secretas, sus pequeñas miserias y sus desconocidos logros personales interfieran en su labor. Sometiéndose a las reglas de la sintaxis, del texto y la retórica, del juego y la filigrana, del hallazgo casual y la torpeza recurrente, ejercen solícitas de puente entre quien modestamente escribe y vosotros, quienes insensata, desocupada e incomprensiblemente leéis.

Toda celebración esconde una disculpa y una demora: llevo tiempo sin actualizar esta bitácora. Espero volver a hacerlo pronto; porque se me ocurre, por ejemplo, que aún hay muchas palabras que aguardan su turno: obstetricia, batiscafo, valladar.
Vuelvan pronto, por favor. Yo pronto volveré.
Más de 50.000 palabras.
No nos dejen ahora solos.

jueves, 2 de octubre de 2008

Sin título, número uno


Venga, eh, me digo. Vamos, tío. Levanta del maldito sofá, libérate del abrazo de tu gato y de su siesta. Ponte delante del ordenador y empieza a transcribir todo el material que empieza a acumularse en tus cuadernos.

Vale. Así que me pongo. Pero a las pocas palabras debo parar; cosas de anotar y anotar en cualquier parte: en el autobús, en los semáforos, en grandes almacenes...

Quiero decir que no entiendo mi maldita letra.

Desanimado, vuelvo al sofá. El gato, por fortuna, me admite de nuevo en su mullido pero vallado redil.