martes, 20 de enero de 2009

Dickiana

Justo un día después de escribir la penúltima entrada de este blog (con ésta ya antepenúltima, me refiero a "Vagar por teorías vagas") leo en Hermano Cerdo, revista de literatura y artes marciales, un texto fascinante -como me resultan fascinantes todos los textos, y cada vez más- de Philip K. Dick : Cómo construir un universo que no se derrumbe en dos días.

Una de esas coincidencias que te dejan trastocado, dado que en ese texto, como en mi entrada, también se alude a esa "vuelta" a -o más propiamente, ese "nunca marcharse de"- los siglos primeros del cristianismo. Pero una coincidencia en el tiempo -apenas un día- que no en la idea o en la materia, pues yo ya conocía esa idea de Dick, formulada por ejemplo, creo recordar, en Valis.
Es verdad que antes de leerlo en Dick tuve una sensación acorde con esta idea, que rimaba con ella, y no ya como cuestión de palabras sino en forma de vivencia real: pertenece a un núcleo tan extraño de mi pasado que deberé dejar su relato para otro momento.
Dick, Dick, Dick. Al modo en que "reseñé" La ciudad de Mario Levrero con tres breves citas de la propia novela, en este mismo blog -o sea, en esta misma pantalla y más abajo-, creo que podría jugar a reseñar ahora toda la obra de Dick en dos pequeñas citas extraídas de su relato "La cajita negra" (en Cuentos completos V, Minotauro, Barcelona, 2008), y si decir "toda su obra" es ambiciosa e inexacto sí que al menos dan buena cuenta, creo, del tremendo sentido del humor que la sostiene:
"Queda usted arrestada [...] He leído su mente [...] Puedo captar esas ideas, aunque se empeñe en ocultárselas a sí misma". (p.26)
"-¿Me quieres? -le preguntó él-. Leo tu mente. Sí me quieres". (p. 35)
Y ya que estoy con Dick. Blade Runner me llevó, en mi adolescencia, a la primera novela que leí de él: Sueñan los androides con ovejas eléctricas. Aparte de las diferencias con respecto a una película que me había dejado fascinado y que por tanto eclipsaba todo lo demás que le quedase alrededor, me echó para atrás su prosa... best-seller, por decirlo de algún modo; eso y que se me pasaron por alto los mil matices que de sus ideas hay en todos sus escritos y por tanto allí también, me llevaron a tardar bastante en seguir leyéndolo -y uno de los pistoletazos de salida para sumergirme en su obra, por cierto, fue una conversación telefónica entre Roberto Bolaño y Rodrigo Fresán que fue publicada hace unos años en la revista Letras libres, y en la que Philip K. Dick era uno de los protagonistas estrellas; lo digo porque voy a mencionar otra vez a Bolaño enseguida.
La noche en que Javier Moreno presentó su novela Click en la Fnac de Murcia, y entre las cervezas de rigor, alguien comentaba este problema de Dick, el de su prosa desmañada, y mencionó que seguramente se trataría de un problema de la traducción. Como dije entonces que no porque los lectores de habla inglesa se quejan de lo mismo, y porque Antonio estaba allí y por si me oyó dar el dato sin citar a la vez la fuente, que en esto Antonio es terrible -es decir, para que no diga con sorna "Eso será porque Jose lo dice", como este verano en que, en otra conversación-entre-cervezas, y al hilo del especial que la revista El coloquio de los perros preparaba ya entonces sobre Roberto Bolaño y que debe de estar al caer, en la red, hablé del éxito que estaban teniendo las obras de Bolaño en EEUU-, la cito ahora: Thomas Disch en su prólogo a la edición citada de Minotauro.
Otro de los autores que me llevaron a Philip K. Dick de cabeza fue el guionista escocés de tebeos Grant Morrison, pues en su trabajo la influencia de Dick también es manifiesta; y además, creo que Morrison ha tenido muchas veces un problema similar al que acabamos de comentar, por ejemplo en su quizás mejor tebeo hasta la fecha, Los invisibles: al igual que sucede en Philip K. Dick con la prosa por un lado y las ideas que expresa con ella, por otro, no siempre los dibujantes que acompañan a Morrison lo hacen a su altura, dando forma a sus ideas.
(Y yo debo gastar esta prosa enrevesada, esta tarde, por alguna forma de castigo divino; por meterme con la prosa de Dick o por citar a los que se meten con ella).
Termino hablando de Bolaño y de más coincidencias: en ese especial de El coloquio de los perros participo con un largo artículo que en realidad escribí hace meses aunque pudiera parecer lo contrario por un par de ideas que sostengo en él y que, con respecto a algo que ha publicado posteriormente Jonatham Lethem, en un caso pudiera parecer que copio y pego y en otro que hay cierta referencia malvada, cuando no es así en ninguno de los dos puntos-y en el último, a menos que alguien venga a aportar una improbable fuente, creo que Lethem la ha pifiado del todo.
Pero todo esto lo explicaré cuando se publique el artículo; o sea, en breve. Corro a ponerme paños fríos, a ver si se me acorta la fiebre y la sintaxis.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Concidencialmente, parece que Javier Moreno tradujo el texto de Dick. Al menos eso dice al final.

Joseóscar dijo...

Sí, pero no es el mismo Javier Moreno. Échale un vistazo a este enlace, tercer comentario, es muy gracioso lo que dice del "colapso cósmico irreparable": https://www.blogger.com/comment.g?blogID=5441278403076167738&postID=4569134058218898032

bydiox dijo...

Adoro a Dick, la verdad. Y no creo que su prosa sea tan "simple", creo que escribe así por empezar escribiendo relatos cortos (tantos y tantos) y toda su obra gira alrededor de unas ideas que él tenía, es como si estuviera reescribiéndose siempre y simplemente da más importancia al contenido que a la forma.

Ahora tengo ganas de releer a Dick, qué cosas.

Anónimo dijo...

más coin-cidencias

el día que el sr tropo publicaba esto, yo también hablaba con alguien de dick, aunque creo que la situación hacía más honor a su prosa que a su contenido.