domingo, 14 de junio de 2009

Palinodias Lautréamont, Inc., para clientes antilautréamont


Dicho todo lo anterior, pudiera parecer que entono una palinodia y no es así. Hace poco leía la misma queja acerca de la confusión entre la realidad y la ficción, por parte de un autor de tebeos -precisamente hablaba de ellos también en el post de ahí abajo. Su preocupación me dejó perplejo y reflejó como en un espejo inverso y restablecedor cualquier atisbo que yo aún pudiese albergar al respecto, todavía. Conclusión: y qué más da.
Mi nuevo libro para el año que viene será, sí, una palinodia. Pero burlesca y, espero, incomprensible. Volver feroz con tu palito para clavarlo ahí, en el mismo nudo de lo por decir. Es también un ajuste de cuentas humorístico. Además de otras muchas cosas.

Más: ando dándole los últimos toques a otro libro de poemas que ríete de la confusión entre realidad y ficción.

miércoles, 10 de junio de 2009

Tres poemas de mi libro Agujeros, remixed


Por aquel entonces quise escribir, o sencillamente me salió, al escribirlo, un poemario que podría calificarse como de realismo sucio. Quizás sea una etiqueta discutible para este libro, así que la corrijo: a finales de los años 80, y por analogía con el mundo del cómic, no sé si fue Luis Alberto de Cuenca quien empezó a hablar de poesía de línea clara. Vuelvo a esas analogías porque recuerdo una parte del cómix de la contracultura de finales de los 70 y principios de los 80, a la que se denominó linea chunga. Yo leí más tarde todo eso por evidentes razones de edad: a través de la revista El Víbora -esa revista que algún ministerio de entonces, no es broma, consideró perniciosa para la sociedad- y poco después con la revista Makoki. Quizás un ilustre antecedente de ese cómic de línea chunga sea el precisamente primer Makoki, no la revista sino el tebeo de Gallardo y Mediavilla, donde la influencia del maravilloso Popeye de Segar se llevaba de paseo a los polígonos, la jerga quinqui, los frenopáticos con motines de sus inquilinos y los asaltos a farmacias.
Bueno, pues todo este rollo para decir que creo que eso fue lo que intenté en Agujeros. Pasados ya siete años desde que lo publicara -escrito justo antes de que lo publicara: caramba, qué tiempos-, la verdad es que se me hace bastante cuesta arriba ahora todo ese rollo de la línea chunga; no en los cómics de El Víbora, que releo con fruición, pero sí en mi propia poesía. Me han pedido de la revista Toreteo unos poemas, y a mí se me ha ocurrido desempolvar tres de ése mi segundo libro. Ya pudieron leer Vds. en la red -Las afinidades electivas- uno de ellos: el segundo, "Neuköln" -pinchen aquí-. Pues la revista Toreteo y yo les ofrecemos ahora otros tres:
El primero, "Fiesta en el saloon", sensiblemente reescrito; el segundo, "Agujeros", ligeramente reescrito; y el último, "Oda a una cantante pop", lo dejo tal cual, que para algo, caramba, fue el unico poema por el que mis familiares me felicitaron calurosamente, guardando un ominoso silencio acerca del resto del libro...
¿He dicho aquí? Pues eso, que aquí.

Me entran ganas de hablar, al hilo de todo esto, de la diferencia entre realidad y ficción, tambien en poesía. Dicción y ficción, y todo eso. Pero no hay ganas, más bien. Lo dejaré para cuando publique mi próximo libro, espero que en breve: un libro que empecé justo después de este Agujeros de 2002 y cuyo núcleo central terminé muy poco después. Hace como seis años. Espero que en breve, he dicho: para el 2010, espero. A ver. Ya les informo.