martes, 5 de noviembre de 2013

Las desapariciones


  1. De unos años a esta parte, ha estado desapareciendo gente del pueblo. Nadie dice nada, es un lugar tan pequeño que todos evitan señalar lo que cualquiera puede comprobar. Por obvio que sea, por monstruoso que resulte. Es más, creo que todos temen comentar el caso, precisamente, con el responsable o los responsables de las desapariciones. Porque acaso tienen miedo de convertirse en los siguientes. 

¿Secuestro, crimen? Para poder hacerme estas preguntas y hablar al fin de ello, hui y vine aquí. Vine para contarlo. Ahora solo espero que aquellos a quienes dejé atrás paguen por lo que han hecho, o por lo que no han hecho. Que paguen todos, sí: unos como responsables directos de los asesinatos, si los hubiera; otros por su silencio cómplice, egoísta: no hay peor crimen que el miedo y la silenciosa aquiescencia ante el crimen. 


Cuando los conduzcan a la cárcel o a la silla eléctrica, yo estaré ahí para verlo. Pero si considero que voy a hacerlo para comprobar que los últimos habitantes del pueblo, todos excepto yo, terminan por desaparecer, empiezo a sentir dudas acerca de mi culpabilidad final, mi culpabilidad y mi responsabilidad, primera y última, en todo este asunto.

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