viernes, 2 de enero de 2015

Javier Moreno escribe sobre el poema "Viaje imaginario", que abre `Llegada a las islas´


"Si yo hubiese escrito este poema me sentiría muy orgulloso. Pensaría de hecho que soy la hostia y que he llegado a algún tipo de sabiduría poética que me distingue de la mayoría de mis contemporáneos, que he logrado elaborar una metáfora casi perfecta de la metáfora (algo, por tanto, imposible, aunque en realidad es lo que hacemos todo el tiempo y, por tanto -pero eso es algo que solo conocemos los iniciados en el misterio profundo de la poesía- perfectamente natural) que es al mismo tiempo una topología y una métrica que anula la distancia de los opuestos. ¿Era esto de lo que hablaba Hegel cuando teorizaba sobre el Espíritu Absoluto? Seguramente".


VIAJE IMAGINARIO (fragmento)
¿A decide marchar en dirección a B o es B quien deja que A se acerque? ¿Puede A atraer a B y hacerlo A, o viceversa? ¿Han sido A y B siempre distintos?

¿Fue antes la tortuga o su caparazón?, y ¿qué cayó dentro de qué, en la carrera: afuera, antes, o después, cuando ese dentro o ese fuera es el mismo lugar: allí, entonces, sí, y más allá de ese animal que pareciera no llegar jamás y, sin embargo, está esperándonos en el lugar adonde vamos o queremos llegar, allí donde quizás nunca lleguemos?

¿Llegar donde el caparazón del pensamiento segrega más caparazón,

pero se trata de buscar un río y no un muro, y todo va a seguir moviéndose igual que un río que no existe, y sin embargo fluye,

fluye y se va alejando?

¿Por qué esta sucesión nos sigue protegiendo al delegar en ella nuestra ausencia, muros que construimos sin saberlo, y sabemos de ellos porque tratamos, cada día, de tirarlos abajo, de entender cómo funcionan para poder ir desmontándolos? Y seguimos moviéndonos, viajando, tan despacio, pero también tan necesariamente, llevando con nosotros estos pequeños muros a cuestas, muros que deshacemos y que se erigen solos otra vez, muros que en todo caso nos contienen. ¿Estamos dentro de verdad? ¿Por qué el movimiento, si viajar sólo nos lleva una y otra vez a nosotros mismos, cuando nosotros ya no estamos pero seguimos insistiendo?

¿Por qué los ríos son de uno y son más nuestros cuando son de cualquiera?

¿Qué tiene que ver todo esto con el motivo de la exposición de esta noche? ¿Contar, acaso, alguna anécdota probable? ¿Una nueva vía o mixtificación que sea el fin de las mixtificaciones y el venero de un río más, un río nuevo que es el mismo y diferente?

¿Con qué historia fantasear si acaba la jornada, estamos solos y nos sentimos felices, de alguna manera, y también, es posible, acompañados? ¿La historia del visir y la princesa? ¿O el mago que a los sueños descendía a rescatar almas errantes –esas almas que miraban partir cada noche (y así eran sus miradas las errantes) bajeles imaginarios y suspiros de cartón piedra en el alféizar que da al leve rumor de la plaza de vasijas móviles (y a eso lo llamaban cielo) [...]


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