lunes, 12 de octubre de 2015

Día de la Hispanidad



De pronto, la mitad de mis contactos de Facebook está a favor de estar en contra de la celebración y la otra mitad está a favor de estar en contra de los que están en contra de la celebración. Yo paso de imaginar cómo se ríen de mí quienes nos han imaginado desde siempre a los españoles como seres ridículamente exagerados en nuestras posturas de A o B, de nabo o chichinabo, esos mismos que muy probablemente aprobarían a quienes atizaron la creación de leyendas negras interesadas hace ya unos cuantos siglos, cuando el que no era un animal era porque no tenía un hacha cerca, es decir casi nadie; pero también imagino a quienes inauguraron las autocríticas -¿pero era esto lo que llamaban deconstrucción, seguimos llamándolos pedantes?-, inclusives, claro, sus vertientes nacionales o continentales -¿fue en Europa, donde nació tal cosa; esa egoísta y terrible Europa?-; y luego sigo pensando que a lo mejor los españoles somos tan subnormales que nos sumamos a la quema de nosotros mismos, aunque aún no tengo claro en cuál de esos dos bandos son más proclives a quemar españoles, si en el de estar a favor o en el de estar en contra. O sea que paso de emborracharme con banderas, aunque sí voy a tomarme un par de vinos con la comida; y que, además y de momento, para mí que ganan los del "me la sopla". 


-Pero "me la sopla" el qué, estar a favor de estar en contra o estar en contra de estar..., en... eh, me he liado,

-Y yo qué sé, tío. Sonríe un poco, man. Te echo un poco de vino.


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