viernes, 3 de julio de 2009

Unos gatos, un paseo, un dolor de cabeza, etc.


Me he despertado con un terrible dolor de cabeza. Por el calor, supongo: menuda noche, un horno en una noche, y luego en la mañana; es un horno cerrado, y luego abierto. Que sigue funcionando. Me ha despertado mi chica, temprano, con su ir y venir; terminaba un trabajo que ya ha entregado, lo ha hecho esta mañana. Mientras la cafetera trabajaba, he vuelto a la cama y he encendido el ventilador; uno enorme, industrial. He dudado si seguir leyendo a Thomas Bernhard, me queda nada para terminar con Un niño, el libro que cierra el volumen de su vida, es un decir, que acaba de editar Anagrama. Quiero escribir sobre el libro. No ahora, claro. ¿Y leer? ¿Hacerlo ahora? Menuda broma, con este dolor de cabeza. La aspirina no hace nada. Yo tampoco. Luego viene Yoshimi y se tumba a mi lado. Tampoco hace nada. Es mejor de esta forma.
Salgo al rato a la calle. Mi chica lo hizo antes. Justo al salir se me ocurre un verso, o bueno: una frase, lo que sea: "Todo tiene su espacio y su lugar". Uno, dos, tres -pasos, segundos, etc.- No, debe ser: "Todo tiene su espacio y su momento". O: "Todo tiene su tiempo y su lugar". En el primer paso de peatones que me sale al paso resuelvo el problema -resuelvo: es un decir; en esto todo consiste siempre en un decir; creo-: "Todo tiene su espacio y su lugar, / digo su tiempo". Debo apuntarlo. No llevo libreta, es uno de los objetivos de mi salida: comprar una. Sigo mi paseo. Añado: " / Tiempo. ¿Tiempo? No hay tiempo". Menos mal que no hay libreta. Me digo: no hay necesidad de apuntarlo todo. De lo que iba a contar de mi paseo, ya no me acuerdo. Tiendas, etc. Vuelvo a la pereza . Viendo los carteles de ofertas de las tiendas -50%, etc.- recuerdo todo lo que redactaba en este blog hace un año -redactar: me lo merezco en castigo. Pergeño en mi cabeza nuevos versos que sigan con la idea que me ha asaltado en la casilla de salida de esta salida. Solo me salen bochornosos jueguecitos de palabras. Y todos los desecho. Un par de camisetas: a la bolsa. Cuaderno nuevo: al fin. Y al lado compro el Quimera de este mes, lo abro al azar: "Solo / el espacio es real". Anoto en mi cabeza el nombre de su autor: Andreu Vidal.

Sigo mi paseo, es de lo que se trata. Lo sigo y luego vuelvo. Volver es importante, se me ocurre. Espera. "Volver es importante, se me ocurre". Ya. Apuntado. Vuelvo. Volver es importante, digo, pero ahora es relativo, con este calor: mejor huir. A alguna parte, donde sea. Y no pienso apuntarlo. Se lo comento a mi chica, a la que he interceptado en vuelo, como quien dice, para la vuelta. Se lo comento: "No volvamos. Huyamos". "Claro, cariño", me responde. Y hemos vuelto.
Ha pasado el dolor de cabeza. Hemos estado hablando de una casa, de una casa que comprar, una mayor. Son cosas que no caben ahora, no caben todas. Tampoco hay mucho tiempo: este verano va a pasar. Ya lo estoy viendo. Yoshimi nos saluda, como hace siempre, en la puerta de casa. Nos acompaña a la cocina, a donde sea. Isolda ni se inmuta, arrojada como quien dice en el pasillo de casa: extendida como un saco, pegada a la pared; apoya en ella sus patitas. "Van a disfrutar mucho la casa, si la compramos", dice mi chica. "Ya veo a Yoshimi escaleras arriba y escaleras abajo". Es su cumpleaños, por cierto: el de Yoshimi. Su cumpleaños aproximado, es un gato huertanico, una fecha difusa, la de su nacimiento. Cumple cuatro años. Isolda tres, en breve. Que es a lo que yo iba. A meter dibujos de los gatos. A felicitarlos. He pensado en meter un poema que les he dedicado, lo hice hace un tiempo. -hace bastante, pero ni hablar de verbos en perfecto simple: cosa de las tildes, de su falta.- Mejor guardarlos. Ayer pensaba acompañar el dibujo de la chica con su hijo con otro poema, uno de los que cierran mi ya viejo cuaderno, uno de los menos malos. Pero lo guardo. No cabe todo. Solo iba a escribir un poco, me cuesta horrores hacerlo ahora, con este calor; aunque hace tiempo que no lo hago, antes del calor, digo. Pienso en hace un año, en hace un año y medio, y me digo: escribe mini-relatos. Pero me da la pereza. Este calor, etc. Las tildes, su falta, es una excusa. Por ejemplo. Acabo de recordar otro objeto para mi paseo matutino, ya terminado: comprar otro teclado. Y pienso: debo añadir algo sustancioso a todo esto. No hay fuerzas, hay calor y solo eso. Comprar otro teclado, comprar nuevas excusas. No, en serio: el calor.
No cabe todo: espacio. ¿Espacio?
Pronto, con suerte. Feliz cumpleaños, chicas.

2 comentarios:

hautor dijo...

Perfecta retroalimentación de vida y literatura. En este terreno asciendes a tus cotas más altas.

Joseóscar dijo...

Vaya, gracias. Preparaba un post sobre mis lecturas veraniegas de -otra vez- los tebeos de Jack Kirby. Voy a añadir algo de ese feed-back que apuntas.

Un (h)abrazo, neng.