viernes, 2 de diciembre de 2011

Un poema


OMAR KHAYYAM IRRUMPE EN LA CERVECERÍA DE UNA GRAN SUPERFICIE COMERCIAL



Despejadme el camino hasta la barra

porque he agotado todos mis senderos

y este es el único que quiero repetir.

Alcemos nuestra copa, amigos míos.

Porque he venido a emborracharme.


Dadme amigos, mujeres y rostros para amar,

corifeos que rían mis historias

hasta el amanecer

-y haré el amor entonces tan sólo con el sueño.


Porque hoy tan solo quiero emborracharme,

he venido a beberme los depósitos

del mundo, todos los océanos

si es necesario.


Puedes tratar de entretenerme,

no prometo premiarte si lo logras.

Porque no puedo darte nada, más allá

de arrastrarte conmigo debajo de esta lluvia

que desde hace milenios da el olvido a los hombres.

Ahora voy a ungirte con mis besos,

mis besos de ginebra.

Oh, sí, confía en mí.

Alcemos nuestra copa.

Porque la realidad es árida

y no hay quien se la trague, ¿qué esperamos

para beber, amigos míos?


Se pudren los océanos como se pudren nuestros cuerpos.

El hielo de los polos se funde lentamente,

el agua anega la materia, nuestra amada materia.

Porque somos materia, materia susceptible

de quedar inundada para siempre.

Dadme alcohol y probad también vosotros,

acompañadme en la inmersión

del alcohol que yo soy

ardiendo en los depósitos del mundo,

en las heridas y en los muertos

en los cadáveres del pleistoceno,

borrachos todavía,

borrachos de putrefacción.


Acompáñame, amigo, ven aquí

y ponme ya otra copa.


La vida no es cosa de risa y yo me río,

me río y no me río.

Me río de mis ganas de reír,

me río de lo poco que me invita a reír,

me río porque todo, en realidad,

aquí, en la realidad, me invita a hacerlo.


He venido a beber la copa de la Tierra,

a emborracharme con desiertos

de los que nadie sabe el nombre todavía,

desiertos de extensiones concebibles

tan sólo en los reinos del sueño

y de la borrachera.


Nosotros somos el desierto,

nos morimos de sed.

La copa de la Tierra

siempre se alzó para nosotros.


Mi sangre es ya extensión del sueño.

Vino, vino con él, vino que fluye en todas partes

cuando nuestros sentidos al fin están abiertos

a lo abierto,

donde el sueño llega fluyendo con su doble faz

de sueño y de olvido, de borrachera,

el sueño del que bebe de su propia borrachera.


No beberé los sueños,

lo hice en el pasado, en tal medida

que ya no me emborrachan.

No son extraordinarios para mí.

Vivo instalado en ellos

porque los sueños son mi casa,

y ahora busco algo diferente,

tan solo emborracharme

hasta perder esta conciencia con que sueño a diario,

de que todo lo que sucede en mí es ilusión.

Quiero perder este sentido que me asiste y que me da

toda medida y toda precaución, toda cordura.

Quiero beber, beber. Beber tan solo.

Quiero beber hasta caer al suelo.

Quiero caer redondo y descansar.


He venido a beberme la tierra y los océanos.

Quiero beberme todo el tiempo que me queda,

Todo lo que me quede por vivir

yo sólo pido que me quepa en una copa.


Ponme una copa ahora y luego otra.

Cualquier borracho sabe que la mejor copa del día

es la que espera tras la copa por venir,

que el tiempo es algo líquido

que adquiere forma justo cuando pasa por la boca,

en la garganta

justo cuando desaparece y deja hueco

a esta sagrada sucesión.

Pues venga siempre más, que no se pare,

que venga hasta nosotros.

el río que nos lleva, el río que ya somos.


Chico, ¿es que no me escuchas?

He venido a beberme

el mar y todos los océanos.


Ponme una copa.

Ahora.


[Poema leído anoche en Cartagena, en el recital colectivo

"Con-clave de rock". Como este otro poema, pertenece

a una ampliación en proceso de mi plaquette

Nuevos dioses, publicada en 2001].


1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué gran poema, y el blog, por supuesto, para caminarlo y disfrutarlo, me gustó mucho!... "He venido a beberme el mar y todos los océanos." Un saludo!