A es el colmo de la amabilidad. Pero sabe tratar a los perversos, y lidiarlos: puede pararles los pies. Tambien, de alguna forma, de ellos se alimenta. Con estos, A es, digamos, B. Sin dejar de ser A.
C es amable y perverso, y tambien viceversa. De forma atolondrada, no puede controlarlo en ocasiones. Pero es voluntarioso. Y odia a B. Trata de ser A con los A y B con los B: esta nomenclatura seria una generalizacion; sobre la ya evidente. C ama a A y detesta a B, hablando en terminos generales. Y aqui viene el problema: A es complejo y se sueña D. C no lo entiende e, indefenso por su incapacidad de devenir, a ratos, D, sucumbe una y otra vez ante los ataques de D. Pero ama a A. Y como B no es rival para D, persiste en A. Porque odia a B. Porque no puede defenderse contra B. Hasta que A, aburrido -el A no general, el no arquetipico, el real-, impone lejania irremisible entre los dos.
Tenia que pasarme: en el zoologico las bestias peligrosas no viven enjauladas. Se que le gustan estos sitios y por eso, burlando a mis custodios y soñando, soñando que mañana, preparo cada noche mi funcion.
Queria hablar sobre las dos versiones de La invasion de los ladrones de cuerpo que conozco -no he visto la de Ferrara, ni ganas: no me repuse nunca de ver su El teniente corrupto-. Queria hablar del tema de la paranoia, que si en la primera, como en el resto del cine de serie B clasico alude en metafora, o de tapadillo, mas bien, al miedo al otro sovietico o -aun peor- al del otro en casa -la caza de brujas del -infausto- senador McCarthy-, en la segunda tenemos instalado ese miedo en la mas pura paranoia setentera. Y aqui debia llegar al tema que me interesaba, el de la setentidad. Tambien queria anotar que la primera version de esta pelicula estuvo a punto de llamarse Sleep No More y solo me he enterado despues de que se me ocurriera la paranoia anterior de los ruidos -ver las entradas anteriores- mientras trataba de dormir. La setentidad, decia. ¿Por que no he escrito finalmente sobre ello? Pues porque queria realizar una graciosa y elegante finta enlazando con el tema del miedo y la paranoia a traves de la version cinematografica del Manuscrito encontrado en Zaragoza. Vamos, pense que iba a poder, que la pelicula me iba a dar para ello. Enlazando esa con la de Kaufman, via la setentidad. La conformacion setentera -exclusiva y automaticamente reconocible, para esta decada- de los temas del miedo y la paranoia. Pero la pelicula se niega a ser reproducida. No me funciona. Y yo estoy aqui otra vez, con este calor que no me deja hacer nada. Como diria Gombrowicz, es el nopodermiento. Tio. No nada: casi nada: veo peliculas de Ingmar Bergman, con perdon. Mientras mi chica duerme, porque madruga y trabaja, yo bebo vino a sorbitos lentos y veo peliculas de Bergman. Antes de ayer, El rostro. Ayer, De la vida privada de las marionetas. Ninguna me da para la setentidad. La segunda casi me daria. Bueno, si me daria, bien pensado. ¿Una finta para enlazar La invasion de los ladrones de cuerpos de Philip Kaufman y la pelicula de Bergman? Nah, no era mi intencion. ¿Para que? Eh, tio, Tropovski, ¿y para que la finta entre los ladrones de cuerpos esos y el manuscrito zaragozano?
Pues porque se me antojaba a mi desde hace cuatro dias, yo que se. Porque queria salir de este nopodermiento, de alguna forma. Hacer algo, lo que sea: cualquier cosa. Si, lo se, es igual de inutil. Que calor. Es el nopodermiento.
Puedo oir ruidos en la noche. Mientras inutilmente trato de dormir.Me limito a sudar. Tumbado y con los ojos muy abiertos. Cerrados. Muy abiertos.Puedo oirlos.Son como los zumbidos que se oyen en las viejas peliculas de zombis. Espera, no: ya puedo recordarlo. La invasion de los ladrones de cuerpos.
Escribo sobre Michael Jackson, para El coloquio de los perros. Escribo sobre Los domingos de Jean Dézert, para Deriva. Sigo con mi novela de los robots gigantes.
Y sigo un poco más, igual de inútilmente: corrijo mi poemario "A". Añado versos que apunté en mi, ya viejo -y penúltimo-, cuaderno. Versos que redirigen y amplían parte de lo escrito. Sigue creciendo el libro: qué locura.
Sólo aguardo a que vuelva la noche.
Jamás me planteé hacer de este blog un diario. Pero una vez el Chota se quejaba de los blogs en general, porque decía que eran como diarios y le aburría saber lo que desayunaba la gente. Como suele pasarme, me sentí absurdamente aludido. De hecho, no conozco ni leo blogs que hagan tal cosa. El caso es que solo entonces empecé con este rollo de diario. Lo hago solo a ratos. Desde entonces. A ratos. Tal.
Te quiero, Chota. Perdona el choteo [1].
A ratos pruebo a pergeñar nuevos poemas. Podrían encajar en mi poemario "B"; algunos de ellos. Quizás fragmentos. Acaso un solo verso. Habrá que ver. Cuando me ponga a hacer el remoce de "B".
Esto lo hago a ratos. La mayor parte del tiempo, me limito a sudar. Me siento místico de tanto sudar. Sudo y brillo como un faro en esta larga noche de pecado.
Busco la Luna, tío. Y dejo Marte para quien lo quiera.
He escrito esta semana, logré volver a hacerlo. Mira qué bien. Tras las palpitaciones. De cabeza. Acaso leo demasiado. Agotado de libros, me voy a los tebeos. Pero vuelvo al exceso. Y la cabeza me palpita nuevamente.
Quizás debiera llamar a alguien. No sé. Mi familia o mis amigos empezarán a dudar de mi existencia. El día que los llame, ellos llamarán a Iker Jiménez asustados.
Amigos: hola, hola. Soy el fantasma penitente del verano pasado, pasado en la ciudad.
Llevo años acumulando libros. Pues nada, a ellos de cabeza. En penitencia. Con mi cabeza palpitante. Para el Salón del Cómic de Barcelona salió el segundo tomo de Sky Masters of the Space Force de Jack Kirby. El primero salió el año pasado y aún me maravillo de esta joya absoluta que desconocía. Alejandro Viturtia, editor de Marvel en España, se la dio a conocer a Ferrán Delgado, y Ferrán Delgado, coleccionista de páginas originales [2], se lanzó también a editar, de forma soberbia, este material. Al fin en España una edición mejor que las que tienen en inglés. Chúpate esa, Forbidden Planet. Wally Wood a las tintas: sin palabras. En el primer tomo, al menos. ¿Cómo desconocer todo esto durante tanto tiempo? Hoy he empezado con el segundo tomo. Luego veo en la tele sobre el trigésimo aniversario del primer alunizaje: coincidencias. La serie es una aproximación a la conquista espacial en clave realista, más al menos que las habituales en el cómic hasta entonces, tipo Flash Gordon.
Solo ahora empiezo a rastrear la obra completa del Rey por Internet: descubro que, en inglés, puedo soltarme con los tebeos. También logré leer el Kirby: King of Comics de Mark Evanier: imprescindible. Gracias, Forbidden Planet. Lloré al final del tomo. No recuerdo haber llorado con un libro, hasta hace uno o dos meses. Quizás de niño, no lo sé. La última vez que recuerdo haberlo hecho fue con la muerte de Johnny Thunder, al final de Por favor, mátame. Una historia oral del punk. Hace menos de dos meses. Quizás debiera llamar yo al bueno de Iker. Qué bien me cae Iker Jiménez. De niño, yo era fan absoluto de Jiménez del Oso. Era otro rollo. Con barba y tal. Pirámides de fondo. Incomparables: cada cual en su rollo. La Fuente tenga en su gloria al gran Jiménez del Oso. Porque él también regresó a la Fuente. A The Source. Como Jack. Como todos, tarde o temprano.
Los setenta: agujero negro. Vuelvo una y otra vez. A ese agujero.Maravilloso. O no, pero son mis recuerdos: los libros de Erich von Däniken, El triángulo de las Bermudas de Charles Berlitz. Bueno, libros de esoterismo y ovnis… unos cuantos kilos para mi infancia-finales de los setenta. Y de principios de los ochenta: en casa de Gonzalo, mientras mis compis de colegio estrenaban su pubertad escuchando a Madonna en la piscina y jugando al beso-atrevido-verdad, yo registraba la biblioteca del padre de Gonzalo, pródiga en libros setenteros y esotéricos/ovnis. Ah. Madonna. El no sé qué azul, era el disco. Los tiempos del vinilo, ah. Debo terminar el artículo sobre Michael Jackson o Juan de Dios me matará.
Le di una vez un beso en el cuello a una chica, en ese juego. Un beso absurdo: eran las reglas. Absurdo por lo de lo del cuello. No sé. Quiero decir: también salía a la piscina. Bailaba el Papa don´t preach. Y tal. Luego volvía a los libros raros. A través de pasillos con fotos que el padre de Gonzalo hacía a su mujer.
Fotos de rollo setentero. Ergo muy chulas.
Los chicos raros no besan a las chicas. Lo he leído en la blogosfera, no sé dónde. Mientras el sol está ahí arriba, yo blogueo a ratos, aquí abajo. Creo que es un libro. Creo que fue en los alrededores del gran Absence. Tardé en besar a una chica. Y me gustó. Por lo que ahora lo hago. Siempre que puedo. Que es decir cuando cae el sol, cuando el calor declina. Aunque parece que esta noche va a ser, una vez más, una de las más calurosas del año. Como para no dormir. Mejor, porque son ya casi las doce y aún no he volcado mis notas sobre Jacko. Vale, Juande: esta noche cae ese artículo.
Aguardo la luna.
Solo déjame terminar con esto: luego descubro que Rodrigo Fresán también es fan de von Däniken. Bueno, y de todo lo setentero. Cuando Luz vio la portada de la primera edición de Mantra, me la mostró en la librería. “Mira, este libro lo han hecho para ti”. Por la portada, lo dijo: muy segura. Y acertaba, claro. Años después de leer El triángulo de las Bermudas, y aún algunos años después de ser amigo de Su Hautoría, descubro que Su Hautoría también fue fan de ese libro. Friki-fan de todos esos libros esoterióvnicos.
Son círculos aproximados pero exactos, muy exactos; órbitas estacionarias en torno a ese agujero negro. Los setenta.
(Y AQUÍ UNA NOTA AL MARGEN; EN EL CENTRO: ¿PARA CUÁNDO LA REEDICIÓN DE LA LECTURA QUE HIZO KIRBY DE 2001?)
A Diego no logré contagiarle mi fervor por El hombre que cayó la tierra. Dadme tiempo. Porque aún hay tiempo. Creo. De momento, cae otra vez la noche. Sigo en la espiral setentera: veo un mediometraje de Kenneth Anger. A lo mejor no es de los setenta, pero lo parece. No voy a comprobarlo, me da igual. La acabo poniendo dos veces, porque a la mitad de la primera (vez) he venido hasta el ordenador para escribir un pequeño relato. Hasta el pequeño ordenador: es el que tiene tildes. Para el blog, pensé. El relato. Pero no. Para otra cosa. Aún no sé.
Yo qué sé. Tildes, tildes: os hecho de menos, hermanas; sin vosotras los textos carecen de tension [3]. Abro libros al azar, mientras voy al dormitorio; tambien a la cocina. Porque no logro terminar ningún libro, trato de hallar las frases sueltas. Que iluminen. Me iluminen con frío, en todo caso; no más calor, por Dios. O por The Source.
Hoy han llamado y no era ningún profeta para anunciarme que me había vuelto tarumba del todo; no eran voces y tal, quiero decir: era la de Círculo; con el cuarto tomo de En busca del tiempo perdido de Proust. “Pero pedí otro libro más”. Lo sé, me confirma la agente. Te suscribiste a la colección de libros de ciencia. Pero se ha agotado nada más salir.
Adiós, por tanto, a Albert Einstein; adiós a Schrödinger, y tal. A todo eso.
No es un adiós. Pues hasta luego, entonces.
No más palpitaciones, por favor. Mas los necesitaba. Creo. Aquellos libros. Los tendré algún día a mi disposición. Quizás cuando recupere las facultades mentales necesarias para leer.
Hasta hace poco también leía El Cuarto Mundo de Jack Kirby. Qué gozada. Indescriptible. Pero no más palpitaciones, de momento. Hasta luego, Jack, por tanto. Redescubro tu Jimmy Olsen, la parte que menos me gustó de la primera lectura. Los DNAgents y los Hairy, el mini-planeta Transilvania: qué conceptos deslumbrantes. Qué realidades.
“¿Pero volviste alguna vez?”.
¿De dónde?
"De la Luna, chaval".
Vuelvo a la Luna, sí. Vuelvo a la Luna, tío.
Voy a escribir, un día de estos, sobre mi relectura de El Cuarto Mundo de Kirby. Pero no hoy. O sea ayer. Lo digo porque hoy añado este párrafo para publicar este post que ya se ha retrasado un día. Ya dan los doce.
Más párrafos. Lamentable pérdida para el mundo. No pérdida: retraso. Solo eso.
(Nota al final: vuelvo a fliparlo con Big Barda, claro: véase el primer dibujo del post o este último que hay aquí al lado; es la segunda vez que lo subo al blog, este último, pero ahora a color. Me entero en el afterword de Evanier en el volumen segundo del Fourth World Omnibus que Mike Royer, flamante nuevo entintador de Kirby, la embelleció porque las féminas eran su especialidad [4]; y Kirby, en el único desacuerdo que se le conoce con Royer –y siguieron colaborando los siguientes veinte años - la corrigió añadiendo trazos con su pluma a pie de imprenta. Dijo que Barda no era bella. Que todo en ella era fuerza y personalidad. Y no belleza.
La Fuente nos asista, Jack. Lo que tú digas.
Una última pregunta, relativa a la viñeta en cuestión, que era para lo que abría el paréntesis: ¿QUÉ HABRÍA PENSADO FREUD DE ESTE DIBUJO?)
A ver si acabo con los artículos que citaba al abrir este post. Mañana. O esta noche. En esta larga noche que llegará hasta pasado mañana, con suerte, mientras se abren paréntesis sucesivos para los días que median entre ellas, entre las noches. Con suerte. Y tal.
Y etc.
–es un etcétera que lucha, aquí y ahora, por la supervivencia. Perdón por la extensión: es que me aburro. ¿Ves lo que pasa, Hautor, por (h)animarme y (h/j)alearme? Prueba a sacarme un día de estos e invitarme a unas cañas: será mucho mejor.
[1] Primero "Te quiero" y luego "Perdona": adviertan que nos hallamos ante uno de los esquemas mas perversos y perversamente recurrentes de nuestra comunicacion (deconstruccion no aplicable a este caso concreto, claro esta).
[2] Comparto su obsesión por la Saga del Oso Místico de Sienkiewicz. No comparto, ay, la posesión que él sí disfruta de varias de esas páginas originales. Y coincidencia: quiero escanear una de esas viñetas para el artículo de Jacko. De mi copia, claro. ¡Y el tiene la portada del numero en el que aparece esa viñeta!
[3] Adviertan la falta de tilde en esta ultima palabra: ironias; siempre que vean palabras sin tilde sepan que son añadidos posteriores desde el ordenador grande y mientras cuelgo el post. He jodido la conexion de internet del portatil, asi como algunas otras nimiedades que, juntas, tornan un desastre todo esto, como siempre.
[4] Más nueva información, vía Evanier: Big Barda es el resultado de la unión del físico de una playmate de la época y de la –arrolladora- personalidad de Roz, mujer de Kirby.
Me he despertado con un terrible dolor de cabeza. Por el calor, supongo: menuda noche, un horno en una noche, y luego en la mañana; es un horno cerrado, y luego abierto. Que sigue funcionando. Me ha despertado mi chica, temprano, con su ir y venir; terminaba un trabajo que ya ha entregado, lo ha hecho esta mañana. Mientras la cafetera trabajaba, he vuelto a la cama y he encendido el ventilador; uno enorme, industrial. He dudado si seguir leyendo a Thomas Bernhard, me queda nada para terminar con Un niño, el libro que cierra el volumen de su vida, es un decir, que acaba de editar Anagrama. Quiero escribir sobre el libro. No ahora, claro. ¿Y leer? ¿Hacerlo ahora? Menuda broma, con este dolor de cabeza. La aspirina no hace nada. Yo tampoco. Luego viene Yoshimi y se tumba a mi lado. Tampoco hace nada. Es mejor de esta forma.
Salgo al rato a la calle. Mi chica lo hizo antes. Justo al salir se me ocurre un verso, o bueno: una frase, lo que sea: "Todo tiene su espacio y su lugar". Uno, dos, tres -pasos, segundos, etc.- No, debe ser: "Todo tiene su espacio y su momento". O: "Todo tiene su tiempo y su lugar". En el primer paso de peatones que me sale al paso resuelvo el problema -resuelvo: es un decir; en esto todo consiste siempre en un decir; creo-: "Todo tiene su espacio y su lugar, / digo su tiempo". Debo apuntarlo. No llevo libreta, es uno de los objetivos de mi salida: comprar una. Sigo mi paseo. Añado: " / Tiempo. ¿Tiempo? No hay tiempo". Menos mal que no hay libreta. Me digo: no hay necesidad de apuntarlo todo. De lo que iba a contar de mi paseo, ya no me acuerdo. Tiendas, etc. Vuelvo a la pereza . Viendo los carteles de ofertas de las tiendas -50%, etc.- recuerdo todo lo que redactaba en este blog hace un año -redactar: me lo merezco en castigo. Pergeño en mi cabeza nuevos versos que sigan con la idea que me ha asaltado en la casilla de salida de esta salida. Solo me salen bochornosos jueguecitos de palabras. Y todos los desecho. Un par de camisetas: a la bolsa. Cuaderno nuevo: al fin. Y al lado compro el Quimera de este mes, lo abro al azar: "Solo / el espacio es real". Anoto en mi cabeza el nombre de su autor: Andreu Vidal.
Sigo mi paseo, es de lo que se trata. Lo sigo y luego vuelvo. Volver es importante, se me ocurre. Espera. "Volver es importante, se me ocurre". Ya. Apuntado. Vuelvo. Volver es importante, digo, pero ahora es relativo, con este calor: mejor huir. A alguna parte, donde sea. Y no pienso apuntarlo. Se lo comento a mi chica, a la que he interceptado en vuelo, como quien dice, para la vuelta. Se lo comento: "No volvamos. Huyamos". "Claro, cariño", me responde. Y hemos vuelto. Ha pasado el dolor de cabeza. Hemos estado hablando de una casa, de una casa que comprar, una mayor. Son cosas que no caben ahora, no caben todas. Tampoco hay mucho tiempo: este verano va a pasar. Ya lo estoy viendo. Yoshimi nos saluda, como hace siempre, en la puerta de casa. Nos acompaña a la cocina, a donde sea. Isolda ni se inmuta, arrojada como quien dice en el pasillo de casa: extendida como un saco, pegada a la pared; apoya en ella sus patitas. "Van a disfrutar mucho la casa, si la compramos", dice mi chica. "Ya veo a Yoshimi escaleras arriba y escaleras abajo". Es su cumpleaños, por cierto: el de Yoshimi. Su cumpleaños aproximado, es un gato huertanico, una fecha difusa, la de su nacimiento. Cumple cuatro años. Isolda tres, en breve. Que es a lo que yo iba. A meter dibujos de los gatos. A felicitarlos. He pensado en meter un poema que les he dedicado, lo hice hace un tiempo. -hace bastante, pero ni hablar de verbos en perfecto simple: cosa de las tildes, de su falta.- Mejor guardarlos. Ayer pensaba acompañar el dibujo de la chica con su hijo con otro poema, uno de los que cierran mi ya viejo cuaderno, uno de los menos malos. Pero lo guardo. No cabe todo. Solo iba a escribir un poco, me cuesta horrores hacerlo ahora, con este calor; aunque hace tiempo que no lo hago, antes del calor, digo. Pienso en hace un año, en hace un año y medio, y me digo: escribe mini-relatos. Pero me da la pereza. Este calor, etc. Las tildes, su falta, es una excusa. Por ejemplo. Acabo de recordar otro objeto para mi paseo matutino, ya terminado: comprar otro teclado. Y pienso: debo añadir algo sustancioso a todo esto. No hay fuerzas, hay calor y solo eso. Comprar otro teclado, comprar nuevas excusas. No, en serio: el calor. No cabe todo: espacio. ¿Espacio? Pronto, con suerte. Feliz cumpleaños, chicas.
(Murcia, 1973). Licenciado en Filología Hispánica, con másteres en literatura comparada europea y en escritura de guión para cine y televisión. Sus dos primeros libros de poemas fueron Los nuevos dioses (finalista del premio Voces del Chamamé, Asturias, 2001; Los cuadernos portátiles, Murcia, 2001) y Agujeros (Tres Fronteras, Murcia, 2002), aunque hoy, como suele suceder con los primeros libros, salvaría solamente algunas páginas de ellos.
Más recientemente ha publicado un largo y alucinado poema épico, o road movie en verso, de título Vigilia del asesino (Celesta, Madrid, 2014); el libro misceláneo de poemas y fragmentos narrativos Llegada a las islas (Baile del Sol, Tenerife, 2014); y la plaquette Animal fabuloso de veintisiete letras (Mursiya poética/Colectivo Iletrados, Murcia, 2012).
Como narrador es autor del libro de relatos Los monos insomnes (Chiado, Lisboa, 2013), la plaquette en formato electrónico Nosotros, los telépatas (Suburbano, Miami, 2013). y la novela breve Armas de fuego místico, incluida en el volumen colectivo Extraño Oeste (Libros del Innombrable, Zaragoza, 2015).
Ha colaborado como crítico y ensayista en revistas como El coloquio de los perros, Deriva o Quimera, y en la antología de relatos Los Supremos. Superhéroes y cómics en el relato hispánico contemporáneo (El Cuervo, Bolivia, 2013), donde firma el ensayo “Encuentros con entidades. Mis experiencias con los superhéroes”, que sirve de epílogo al volumen. Sus relatos y poemas han aparecido en revistas como La bolsa de pipas (Mallorca) o Hache (Murcia), y en websites como Los noveles, Las afinidades electivas o La nave de los locos.
Mi último libro de narrativa
Antología que incluye mi novela breve `Armas de fuego místico´, western postnuclear
"Elimínese la sabiduría, rechácese la inteligencia, y las gentes obtendrán cien veces más beneficio. Elimínese la benevolencia, rechácese la rectitud, y los hombres retornarán a la piedad filial y al amor. Renúnciese a la industria, arrójese el interés, y no habrá ya bandidos ni ladrones. Pero estas tres razones, tomadas como normas, serán insuficientes. Mejor es que el hombre actúe libremente, es menester que sepa a qué atenerse: ser modestos por fuera y conservar la simplicidad interior, ser menos interesados y con escasos deseos".
"Eliminado el estudio, ya no hay preocupaciones. Entre un respetuoso sí y una bronca respetuosa, ¿cuánta es la diferencia? Entre lo hermoso y lo horrendo, ¿dónde está la diferencia? Los demás me temen, mas también yo no puedo dejar de temer a los demás. ¡Cuán grande es su vaguedad, que no conoce límites! Desborda la multitud de alegría, como si participara en el banquete del sacrificio y de la ofrenda, como cuando sube a las terrazas de primavera. Yo, en cambio, indiferente de nada me preocupo, cual recién nacido que aún no sabe llorar. Sin ánimos, como quien no tiene a dónde ir."