viernes, 12 de octubre de 2012

La verdad sobre los gafapastas




Ha llegado el momento de revelar uno de los secretos más celosamente guardados de nuestro tiempo: lo que hoy se denomina gafapastas o modernos fueron, otrora, importantes líderes de opinión y rebeldía que alimentaron todas las revoluciones en Occidente; depusieron grupos de poder, marcaron la evolución de las sociedades con su arbitrio y cambiaron, una y otra vez, la faz de la Tierra. ¿Cómo se vieron recluidos a esos márgenes por los que hoy se les conoce?

Periodistas culturales, es decir críticos de cine, de arte, de literatura, de tebeos (¡de tebeos!) son la punta del iceberg de una conspiración mundial, así como sus últimos ejecutores. Tras situar sus prédicas en el exclusivísimo punto de mira de la antigua clase revolucionaria, las fuerzas ocultas que rigen el universo humano imponen, para las reseñas que devoran aquellos que se sienten  la inteligencia del mundo, el encumbramiento de obras inanes y adormecedoras. Las verdaderas obras maestras, devoradas por la sensata espontaneidad del vulgo, quedan así vedadas a cualquier conato de injerencia por parte de los sedicentes. Es también una broma cósmica: los que alardean del buen gusto, del único buen gusto posible, no disfrutarán jamás de los mejores bocados, que desprecian amparados por aquellos que ellos creen los guardianes de su criterio, sus sacerdotes y aliados.

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