miércoles, 28 de mayo de 2014

La desaparición de Kellermann


Ayer por la noche, y después de muchos meses sin trabajar tal género, se me ocurrió el principio de un microrrelato. Exactamente, se me ocurrió su  primera frase: "El cosmólogo Thomas Kellermann recibió una visita inesperada la noche del tres de diciembre de 1974". 

Una sirvienta oye los bisbiseos del encuentro desde su dormitorio, próximo a la puerta de entrada, pero poco más puede relatarles a los agentes que investigan la desaparación del profesor. Pensando, así, en el resto de detalles a los que lleva de forma natural el primer hilo del que estoy tirando, pronto hallo un blanco definitivo hacia el que disparar los elementos que ya tengo de la historia. Es decir, que se me ha ocurrido el final. Creo que va a desbordar los estrechos cauces genéricos del microrrelato, aunque tampoco creo que vaya a ser una historia demasiado larga. 

Apuro el cigarrillo en la terraza de casa, uno de los lugares predilectos de mi inspiración, y miro la hora: las dos de la mañana. Como suele sucederme desde hace meses, no tengo tiempo para anotar la historia, solo ahora, al día siguiente y por la tarde, le robo unos minutos a la corrección de unos exámenes que debo terminar para mañana y escribo esta historia de cómo no escribí esta historia, por no olvidar los detalles -sí recuerdo la fecha exacta de esa visita inesperada, pero temo haber variado ya ligeramente el nombre del cosmólogo desaparecido. 

En todo caso, hoy ya no podría haber escrito esta historia en forma de microrrelato, porque el momento del chispazo en que podía haber improvisado el resto de detalles en torno al esqueleto narrativo que aún recuerdo ya ha pasado. Y pienso también que escribir esta anotación me ha llevado más tiempo del que habría necesitado para devolver la historia del pobre Kellermann, con un poco de esfuerzo por mi parte, un poco más de inspiración, a su primer destino original, breve y modesto, sí, pero también el verdadero y legítimo.


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