martes, 26 de agosto de 2014
Alberto Chessa escribe sobre `Vigilia del asesino´ y `Los monos insomnes´
Me escribió el poeta Alberto Chessa a finales de julio para comentarme sus impresiones sobre mis dos libros publicados este año, y su atención y su generosidad me dan tanta alegría que le he pedido permiso para reproducir sus palabras.
Me hace ilusión, sobre todo, lo que comenta de mi poemario Vigilia del asesino, dado que está recibiendo bastante menos atención crítica que mi libro de relatos:
"Con esa búsqueda asfixiante de un yo (una búsqueda dantesca por un infierno dividido no "en círculos sino en rotondas") hasta ser acaso "al fin nadie", me ha sacudido con sus composiciones tan arborescentes, con tanta "corporeidad" -como dices tú mismo de las ballenas-, capaces de dejar sitio en sí para lo uno y lo contrario, el sí y el no, la afirmación categórica seguida del verso que viene a refutarla, o incluso a veces la lidia en el mismo verso, como en este magnífico alejandrino: "Mi cuerpo es una casa y no me pertenece". Hay un eco whitmaniano en esa red abarcadora que lanzas para atraparlo todo".
Y esto es lo que Alberto opina de Los monos insomnes: "Admiro tu narrativa rítmica, imaginativa, en absoluto amilanada, con arrestos para plantarle cara a cualquier género o cualquier urdimbre con la que construir historias que nos suelen perturbar, desconcertar, irritar a veces; también a veces sonreír, pues hay un humor sardónico bien llevado y mejor expuesto. Hay lazos, como quizá no podía ser de otro modo, con la poética del [Vigilia del] asesino. El más evidente: la analogía cuerpo-casa que también aquí asoma la testuz ("Pensé que había invadido el espacio más sagrado para una persona, después de su cuerpo: su casa"). También la obsesión por la identidad, que se entrecuela incluso por las letras de Mavis Staples. Aplaudo, sobre todo, esa fina parodia de los relatos orientales, o mejor dicho orientalizantes, que es "Un sabio lee en las nubes". Y esa estampa soberbia, "Pasa un avión", que parece la paráfrasis de un cuadro de Magritte. Y, por supuesto, el brillante discurso apocalíptico, o distópico, a cuenta de La Manga-Las Vegas-Los Ángeles y la reproducción, de "Variaciones del fin del mundo" (qué gracia que el fin del mundo te dé hambre), que casi diría que tiene a ratos el mismo ritmo del tema de REM. Y, cómo no, el estupendo homónimo del título que engloba toda la colección".
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