lunes, 29 de febrero de 2016
Primer poema de `Vigilia del asesino´
I
Es porque he mirado la tierra
que tengo derecho a cantar
Carlos Martínez Rivas
Estuve
en Singapur, ciudad de rascacielos futuristas
y
ganchos carniceros.
Vi
mis mascotas preferidas
colgar,
en mis paseos.
Vi
atardeceres radiactivos.
Y
vi a los hombres caminando como zombis
hacia
lugares más allá de donde yo podía ver,
con
sus costumbres más allá
de
toda comprensión.
Demasiado
borracho
para
sacar ninguna conclusión,
he
regresado al dormitorio.
Aviones,
dormitorios.
Bangkok,
cuarenta grados a la sombra.
He
visto al fin la luz,
luego
he cerrado las persianas.
Busqué
con desesperación
una
salida de este infierno
y
solo así encontré esta casa,
una
casa precaria
que,
sin embargo, hoy
me
va a ser suficiente.
El
mismo día, escribo
todas
estas palabras para nadie.
Melbourne:
es un lugar que no conozco,
decido
cuando huyo de Melbourne.
No
sé si he conocido algún lugar
lejos
de todas estas sombras que me engañan
en
la ciudad del viento de mi mente,
en
la tormenta cerebral
que
me acompaña a todas partes
y
siempre se equivoca
pero
jamás deja de alimentar
mi
huida.
Mírame,
estoy
huyendo.
Estuve
en el infierno,
las
calderas del mundo.
Mis
ojos arden de todo aquello que he visto.
¿Sabes
que he visto? He visto el mundo.
He
visto el mundo y tengo miedo.
Sin
muchas ganas de dormir, he regresado
a
donde el sueño no me deja descansar.
Barcelona
es el sueño de un viejo mar que se resiste
a
desaparecer. Y me pregunto
qué
hago aquí, persistiendo
en
mí mismo y resistiéndome
a
dormir.
Soy
un intruso en cualquier sueño.
Porque
he visto el futuro, vi este mar.
No
me asusta el futuro, porque sé
que
el tiempo es un asesinato demorado.
Será
un jardín de infancia para una humanidad
prematuramente
adulta, diabólica.
Un
jardín conquistado, un Edén peligroso
que
se defenderá del desalojo
de
sí mismo.
Sobrevuelo
este nudo de la Historia
donde
se cruzan todas las culturas,
para
pasar sus vacaciones
en
lujosos cruceros,
entre
sobras candentes y pletóricas
de
civilización.
Ha
llegado mi barco, mañana partiré
hacia
el ayer, y sin embargo vivo
aquí,
siempre en el hoy: un presente continuo
como
una mala pesadilla.
Es
un insomnio.
Me
ofrece, alucinado,
toda
visión y todas las salidas
a
la autovía de mi mente,
a
los grandes carriles de las luces
que
se deslizan como manchas
sobre
los parabrisas de mi muerte,
en
esta tumba líquida de mi sopor alcohólico
de
mis noches en Praga.
Centroeuropa,
estepas nevadas.
Cuanto
más huyo, más
me
hundo en mi propio lodazal.
Me
deslicé por la ebriedad de mis propios sentidos
cuando
la noche me expulsó de sus visiones.
Perdí
la confianza y tuve miedo,
pero
también sentí la paz que otorga el miedo,
ese
temer algo que no depende ya de mí.
Y
allí, entre los misterios de la noche,
sumido
en mi cautela tan pródiga en visiones,
entraba,
sin saberlo, en el misterio y regresaba.
Y
el misterio era yo
y
después regresaba.
Porque
yo contenía todas las posibilidades
para
ser cualquier otro.
Viajo,
vivo en el movimiento,
en
mi flamante coche nuevo, un automóvil
mental.
Si me detengo, moriré.
Tengo
un
coche para desplazarme
por
cada continente que conquisto
al
contemplarlo, al recorrerlo,
y
una tarjeta inteligente en el bolsillo,
para abrir
la puerta de otro dormitorio
en la cadena de hoteles del Ser.
He
regresado
aquí,
para contarlo
ante
un espejo roto
quebrado
por el miedo.
Donde
sé ya que no podré dormir.
Aquí,
dejándome arrastrar por toda idea
que
me conduzca en aras
de
una velocidad más verdadera.
Un sendero de voces extranjeras,
de raros alfabetos luminosos.
Aquí,
entre los fantasmas de un pasado
que
he logrado olvidar
dejando
atrás toda quietud,
dejando
atrás a todos los demás,
aquellos
a quienes amé u odié,
a
quienes siempre me dieron igual,
a
quienes yo dejé indiferente.
Porque
he logrado ser todos,
cualquier
hombre, con la llegada
de
una sagrada indiferencia:
otra
forma de amor
más
vasta y duradera
mientras me voy dejando atrás a mí
mismo,
mi verdadera huida.
Nudo de todo lo que soy
cuando estoy yéndome.
Hubo quienes creyeron que se abrían
las puertas de la gran jaula del mundo
cuando vieron a un pájaro volando
por primera vez.
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1 comentario:
Brutal vuelo sobre una Europa Anciana
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