jueves, 8 de septiembre de 2016
Antropoceno eres tú
Los científicos están haciendo
gestiones, sus gestiones de científicos -supongo que su versión del papeleo y
de pedir cita y hacer cola ante mesas de funcionarios antipáticos y nada
colaboradores- para que pronto conste en todos los libros, en los de los científicos
y en todas partes, que desde hace un tiempo hemos entrado en una nueva era
geológica. Antropoceno, se llamará la cosa, o sea la era; la era del hombre,
porque por primera vez se considera que el hombre ha dejado huella duradera de
su paso por la Tierra: dentro de miles de años, alguien que venga a investigar
todo este montón de basura espacial se topará con una buena capa, entre las
otras muchas del planeta o lo que de él quede, que será, o fue debida al
hombre. La caca a ti debida, porque básicamente se trata de detritus. Durante
un tiempo se lleva considerando que esta era empezó con la Revolución
Industrial, pero esta incumple uno de los requisitos para el establecimiento de
una era geológica: las huellas que dejó no son homogéneas en todas las zonas
del globo. Algo que sí han conseguido los isótopos radiactivos liberados por
las explosiones de las bombas atómicas.
La homogeneización definitiva que consiguen estas bombas, y
que no consiguieron aquellas otras fábricas de pesadilla de Charles Dickens, me
hace reflexionar sobre la parcelita que hemos conseguido con nuestro nombre
para la posteridad -pero, ¿qué posteridad, la de nosotros mismos?-. Es como
cuando tiras algún papel a la papelera, en la calle, y alguien tira a tu lado
su propia cosa, su papel, su lo que sea, al suelo y te mira como si fueses
gilipollas. Y él lleva toda la razón, porque la conclusión que nos brinda la
geología hoy es fácil: si no eres lo suficientemente hijoputa, aquí no te
considera ni el Tato.
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