sábado, 12 de mayo de 2007

El río


Habían pasado muchos años, quizás ya habíamos muerto. Me acerqué hasta el borde de la balaustrada de metal para mirar el curso del agua debajo, no sé qué tiempo estuve abstraído en la espuma y los remansos, en su puro fluir, pero en un momento dado vi que ella, cerca de mí, apoyada también en la barandilla, observaba el río.


No dije nada, estaba harto de las palabras, tampoco quise mirarla demasiado, no iba a molestarla, llevábamos demasiado tiempo sin saber nada el uno del otro y a esas alturas sólo podíamos resultarnos unos perfectos desconocidos. Durante un instante, sentí que se giró para mirarme. Deseé que así fuese, que se apercibiera un instante, sólo un instante, de mi presencia, y después que se volviese, que siguiera mirando el agua.

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