miércoles, 26 de mayo de 2010

Jueves: la solución, en la disolución


"La solución, en la disolución", decía una y otra vez mientras cerraba la puerta de su casa y bajaba la escalera que lo devolvía al pequeño paseo marítimo. Cada día repetía una frase diferente, al salir de su encierro para comprobar que sus días terminaban, también en el verano, en esa atmósfera que le daba la espalda.

Pareciera que tratase de recuperar una fórmula mágica y perdida, perdida para él, mientras su paseo lo hacía atravesar la zona en que los muchachos atendíamos a nuestro ocio y lo escuchábamos un instante allí, junto a nosotros, hablando solo; antes de perderse en ese mundo de locura que quizás, pensaba yo, era el que trataba de conjurar con esas fórmulas; de conjurar y de expulsar, llenando así su tiempo con sus raras letanías.

Esos conjuros que para nosotros eran fáciles, pues los hacíamos sin palabras o con palabras vanas, felizmente no memorables. Yo lo escuchaba y luego escuchaba el ruido de la calle, de la gente que volvía de la playa, el ruido de los coches y los pájaros, y volvía a todo ello como lo hago ahora: feliz, no memorable, hacia ese deslizarse que aún escucho y que me arrastra.

2 comentarios:

sr hueso dijo...

me gustan mucho estas últimas entradas. Dibujitos y textos. (pronto, muy pronto, devolveré la lectura que te debo)

Joseóscar dijo...

Gracias, chato. Y no me debes nada, leer tu guion fue un placeraco, porque es muy bueno.