lunes, 21 de mayo de 2012

Mis aventuras con la belleza



Estoy al fondo del canal,

bajé para estar solo.

Durante un tiempo tuve frío,

pero ya no. Veo las nubes

en las cuencas vacías de mis ojos

y soy amigo de las moscas subacuáticas,

¿existe algo así, sabes de lo que hablo?


Soy partidario de toda mitología,

me gusta oír historias,

pero las odiaré si insisten tercas,

una versión tras otra, en acabar mal.



Qué fastidio, el eterno retorno de lo feo.

Oigo a las moscas relatando sus narraciones asombrosas

alrededor de la basura. Vivimos en el fondo, ¿qué esperabas?,

de un antiguo canal urbano. Vimos a los fenicios,

Griegos, romanos o vikingos, todos gentes de sed

buscando el mar en una charca.

Somos muchos aquí. Vemos ranas, ratones,

Homero lo cantó pero nadie se acuerda.

La Batracomiomaquia acostumbrada, aquí en el fondo.

Un cierto aliento épico que explique todo o nada.

Un portal de Belén en los desiertos de la Luna

cuando la Luna canta en los reflejos del canal.



Aquí, en el mundo sublunar, todo transcurre muy despacio:

Imagina mi mundo subacuático. Sumérgete y ven a verlo.

Viene una multitud de patos flotando en los detritos,

en burbujas fosforescentes y, chico, era el progreso.

Resulta algo repetitiva, su canción,

pero dicen que acaba bien.

Espero que sepan de lo que hablan.



Mis hermanos del agua,

de la tranquilidad flotante, de la torpeza y el tartamudeo,

contadme lo que veis, cuac-cuac, allá arriba.

¿Puedo escuchar a las aguas cantando?

Solo lo imaginaba.

Hace tiempo emergí

y todo lo que escucho

no es más que mi respiración.


Suena La Luna, de Holger Czukay.



Montañas, gigantescas.

Puedo sentirlas sobre mí.



Renuncias a tu inteligencia.

Bueno, no me costó ningún trabajo.



Aprendo a hablar primero

para venir aquí después,

para decirlo.



Hasta que ya no tengo nada que decir.



Bueno, pues ya me he ido. Ya no estoy.

Regresaré si me apetece,



Me bajé del caballo,

he regresado a pie.



Lucrecio afirma la uniformidad

del mundo, y para tal

improrrogable veredicto, aporta

la siguiente razón:

que no puede cambiar de forma

lo que originalmente

carece, en sí de forma.



El sol anida en la ciudad del polen.

Otro propósito no existe



Sueño con regresar,

solo que no sé adónde.



Donde piafen los pájaros

y canten los caballos.



Tarde o temprano voy a descansar.



No pienso hablar con nadie más

mientras regreso a casa:

es un viejo consejo que me dieron mis papás.



No sé si ya he dicho que me bajé

de mi caballo y que

he regresado a pie.



Bueno, pues ahí estaba,

al fin la había encontrado.

No estaba en el fondo del mar,

ni mucho menos, tra-la-rá:

estuvo ahí delante todo el tiempo.



Soy la belleza, dijo,

y estoy muy enfadada.


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