sábado, 26 de mayo de 2012

Apuntes para una genealogía de la literatura dibujada: Thomas Kyd y Samuel T. Coleridge presagian, sin saberlo, los tebeos

Un dibujo es igual que un poema, como un árbol es semejante a un pájaro
-Juan Carlos Mestre

En el número 30 de El coloquio de los perros, recién editado, pueden encontrar mi artículo cuyo título he dejado también como título de esta entrada. Aquí les dejo algunos extractos:


"Si el dibujo queda situado en un estadio previo a la palabra, como cuerpo que imita al cuerpo antes de que aparezca el cuerpo de la palabra, garabato que el niño improvisa en el margen de sus libros de textos durante las aburridas clases, sería a su vez el primer balbuceo de la representación mental, un paso previo al símbolo: imitación primera —o segunda, si consideramos lo gestual y pre-teatral— de lo que puede verse, muesca en la pared de la cueva platónica y que representa muy bien, en un primer momento pero también quizás en un último momento —¿hay, por ejemplo, algún episodio bíblico más plástico que el Apocalipsis?—, al hombre como animal que representa. […] Como en Oriente, la palabra y la cosa vuelven a acercarse a partir de la representación pictográfica, en nuestros kioscos de hoy: los del siglo XIX, locus solus, y los del siglo XXI, locus conectado. Y, si incluimos como bagatelas a los tebeos, podremos afirmar junto a Coleridge que:

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"Lo que buscamos entonces en la tragedia, que alguno sabios de la Antigüedad tuvieron por el máximo esfuerzo del genio humano, el mismo placer, lo recibimos de una novela recién publicada y otras bagatelas de hoy en día (15)"


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