¿Por qué elegiste este lugar
para que nos citásemos? Bien, siéntate
conmigo aquí entre esta
palabra y la de acá, mi reina en cueros.
Pero no las confundas
con lo real. Aquí,
en la tierra de Malcom Mooney,
he oído a algunos
intrusos que, a lo lejos,
gritaban. Cazadores que, temprano,
se deslizaban por el hielo
repletos de entusiasmo.
Alzando el vuelo dentro del oído,
el alarido del arpón se deslizaba
hacia la verdadera presa, la adecuada
presa para el momento.
El coro de graznidos, temeroso,
deja inclinado el témpano de hielo;
resbala entre las aguas.
Sobre los icebergs, las insensatas
voces encienden lámparas
y todos sus sonidos
hacen de este diario
un lugar que, escribiéndonos,
nos incluye a ambos.
Ven y siéntate. ¿O no
es correcto que aquí permanezcamos
mientras, allí afuera,
más allá de la tienda, los barbados
ciegos se van para calmar a sus chiquillos
a los hornos de escarcha?
¿Qué novedades hay? ¿Por qué viniste
aquí a través de los canales
de primavera que se abrían?
Elizabeth, el niño y tú
habéis estado aquí conmigo
muy a menudo, en especial
en estas últimas etapas. Cuéntale
alguna historia, cuéntale
que me crucé con un anciano
oso de azufre, y que serraba
su tronco de dormir,
atronador, bajo la nieve.
Que soplaba la luz, y que la luz volaba,
en polvo, hacia esta página
y aquí cayó su aliento fétido, en astillas;
dentro de estas palabras.
Era un buen roncador.
Elizabeth, en cueros
sobreviniste reina mía, y te senté
aquí conmigo. Te aparté
de las fatigas adecuadas.
Ahora debo hacerme a estar ya solo.
Más allá de las tiendas infinitas,
las cimas de los montes continúan
su deriva. Palabras
a la deriva sobre más palabras.
La verdadera nieve, nunca abstracta.
PS: Me gustó mucho este poeta, al que descubrí en La isla tuerta. 49 poetas británicos (1946-2006), publicado por Lumen. Releyéndolo, me asaltaba la tentación de practicar yo mismo una traducción rítmica y, por lo tanto, algo libre. Es la primera vez que intento algo así y solo he conseguido el ritmo en algunos tramos; mi inglés no da para mucho -mayor razón para el carácter algo libre de mi interpretación del poema-, y me he apoyado en el traductor original de la edición, Matías Serra Bradford, y en un uso algo imaginativo del Word Reference.
2 comentarios:
Recuperaste las tildes. Felicitaciones.
Síííííííííííí. Ah.
Siento que... Es como que...
Voy a explicarlo en otra entrada.
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