Meses después de la -escasa- discusión generada por mi entusiasmo, uno de ellos leyó más noticia sobre el caso: el dueño del pollo -y a la sazón, claro, feriante- guillotinaba cada noche un pollo distinto para el show.
Adiós a mi monopóllico estandarte: saludemos a la multiplicidad.
1 comentario:
La inteligencia es la mayor parte del tiempo una pelmaza insoportble incapaz de contemplar la mera idea de algo maravilloso e inexplicable para ella. En este caso gana ella, sí, ¡a qué precio!
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