Arquitectos conversan a media noche, cien pisos sobre el mundo. "No has terminado ese dibujo", le espeta uno a otro. Un rascacielos recubierto con viñetas. Helicópteros que aprovechan las luces del día para llevar a turistas adinerados a que lean la historieta. No se enteran de nada.
Historietas, armonías, un piano con panecillos dentro, panecillos a medio cocer; y un reloj enorme, en la sala, que corre hacia atrás. Una oportunidad para el ventrílocuo: es la última. El muñeco de un gato, hipnotizando al auditorio con ojos llameantes.
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