Escribió Albert Caraco: “La objetividad empieza donde los demás nos apoyan”. Y un siglo y medio antes, un casi desconocido Klingemann -¿fue él? Ah, la autoría de ese texto sigue siendo un misterio-: “Una de dos: o soy yo o son los hombres los que viven en el error. Si ha de ser la mayoría quien decida la cuestión, estoy perdido”.
domingo, 28 de marzo de 2010
El fin de la subjetividad
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