martes, 2 de septiembre de 2014

Llegada a las islas

Hace exactamente diez años, en el verano de 2004, escribí el núcleo central de este libro de poemas. Hoy, que comienza septiembre, me entero de que al fin verá la imprenta, que sale publicado ya mismo. 

Y ayer justamente me acordaba de él leyendo, y subrayando -y anotando en el margen que "¡Llegada a las islas!"-, en `Le ParK´ de Bruce Bégout: "Hay que decir que la situación geográfica de la isla favorece que nuestra disposición de ánimo se ocupe en dilucidar la verdad. Su aislamiento y su separación ofrecen, como si de un claustro eremítico se tratase, las condiciones previas a la pura exploración mental. La isla conforma una especie de cerebro objetivado. No sorprende, por tanto, que los ideólogos de la utopía hayan situado con frecuencia el resultado de sus elucubraciones en este pedazo de tierra aislada, al margen de los continentes y de los hombres. La insularidad agudiza la imaginación. Le proporciona un marco fijo y delimitado en el que proyectar situaciones ficticias(*). Su virtud separadora hace posible siempre un nuevo punto de partida. El aislamiento actúa como una página en blanco".

(*)Transcribo a continuación la segunda cita que anoté aquel verano, hace diez años, para que abriese este libro: "La simulación es la mejor arma para penetrar en la complejidad del mundo", Jorge Wagensberg.

(Definitivamente, creo en la magia, las casualidades y en los círculos que se cierran para volver a abrirse)
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