miércoles, 14 de abril de 2010

Aventuras de Pollo sin Cabeza


La inteligencia siempre se yergue, a su pesar. Recuerdo que vi un documental en la tele sobre un pollo sin cabeza que vivió varios años, aquello me impactó. Luego, al comentar el caso con amigos, ¡ninguno me creía! ¡Habrase visto!

Meses después de la -escasa- discusión generada por mi entusiasmo, uno de ellos leyó más noticia sobre el caso: el dueño del pollo -y a la sazón, claro, feriante- guillotinaba cada noche un pollo distinto para el show.

Adiós a mi monopóllico estandarte: saludemos a la multiplicidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La inteligencia es la mayor parte del tiempo una pelmaza insoportble incapaz de contemplar la mera idea de algo maravilloso e inexplicable para ella. En este caso gana ella, sí, ¡a qué precio!