Escribo sobre Michael Jackson, para El coloquio de los perros. Escribo sobre Los domingos de Jean Dézert, para Deriva. Sigo con mi novela de los robots gigantes.
Y sigo un poco más, igual de inútilmente: corrijo mi poemario "A". Añado versos que apunté en mi, ya viejo -y penúltimo-, cuaderno. Versos que redirigen y amplían parte de lo escrito. Sigue creciendo el libro: qué locura.
Sólo aguardo a que vuelva la noche.
Jamás me planteé hacer de este blog un diario. Pero una vez el Chota se quejaba de los blogs en general, porque decía que eran como diarios y le aburría saber lo que desayunaba la gente. Como suele pasarme, me sentí absurdamente aludido. De hecho, no conozco ni leo blogs que hagan tal cosa. El caso es que solo entonces empecé con este rollo de diario. Lo hago solo a ratos. Desde entonces. A ratos. Tal.
Te quiero, Chota. Perdona el choteo [1].
A ratos pruebo a pergeñar nuevos poemas. Podrían encajar en mi poemario "B"; algunos de ellos. Quizás fragmentos. Acaso un solo verso. Habrá que ver. Cuando me ponga a hacer el remoce de "B".
Esto lo hago a ratos. La mayor parte del tiempo, me limito a sudar. Me siento místico de tanto sudar. Sudo y brillo como un faro en esta larga noche de pecado.
Busco la Luna, tío. Y dejo Marte para quien lo quiera.
He escrito esta semana, logré volver a hacerlo. Mira qué bien. Tras las palpitaciones. De cabeza. Acaso leo demasiado. Agotado de libros, me voy a los tebeos. Pero vuelvo al exceso. Y la cabeza me palpita nuevamente.
Quizás debiera llamar a alguien. No sé. Mi familia o mis amigos empezarán a dudar de mi existencia. El día que los llame, ellos llamarán a Iker Jiménez asustados.
Amigos: hola, hola. Soy el fantasma penitente del verano pasado, pasado en la ciudad.
Llevo años acumulando libros. Pues nada, a ellos de cabeza. En penitencia. Con mi cabeza palpitante. Para el Salón del Cómic de Barcelona salió el segundo tomo de Sky Masters of the Space Force de Jack Kirby. El primero salió el año pasado y aún me maravillo de esta joya absoluta que desconocía. Alejandro Viturtia, editor de Marvel en España, se la dio a conocer a Ferrán Delgado, y Ferrán Delgado, coleccionista de páginas originales [2], se lanzó también a editar, de forma soberbia, este material. Al fin en España una edición mejor que las que tienen en inglés. Chúpate esa, Forbidden Planet. Wally Wood a las tintas: sin palabras. En el primer tomo, al menos. ¿Cómo desconocer todo esto durante tanto tiempo? Hoy he empezado con el segundo tomo. Luego veo en la tele sobre el trigésimo aniversario del primer alunizaje: coincidencias. La serie es una aproximación a la conquista espacial en clave realista, más al menos que las habituales en el cómic hasta entonces, tipo Flash Gordon.
Veo en la tele el puñetazo que propina Aldrin al jovenzuelo que le llamó mentiroso. Ah, qué gesto. Kirby también lo habría hecho sin dudarlo. Si él hubiera estado en la Luna. Aunque estuvo más lejos. Y debió haber atizado a tantas otras personas...
Solo ahora empiezo a rastrear la obra completa del Rey por Internet: descubro que, en inglés, puedo soltarme con los tebeos. También logré leer el Kirby: King of Comics de Mark Evanier: imprescindible. Gracias, Forbidden Planet. Lloré al final del tomo. No recuerdo haber llorado con un libro, hasta hace uno o dos meses. Quizás de niño, no lo sé. La última vez que recuerdo haberlo hecho fue con la muerte de Johnny Thunder, al final de Por favor, mátame. Una historia oral del punk. Hace menos de dos meses. Quizás debiera llamar yo al bueno de Iker. Qué bien me cae Iker Jiménez. De niño, yo era fan absoluto de Jiménez del Oso. Era otro rollo. Con barba y tal. Pirámides de fondo. Incomparables: cada cual en su rollo. La Fuente tenga en su gloria al gran Jiménez del Oso. Porque él también regresó a la Fuente. A The Source. Como Jack. Como todos, tarde o temprano.
Los setenta: agujero negro. Vuelvo una y otra vez. A ese agujero. Maravilloso. O no, pero son mis recuerdos: los libros de Erich von Däniken, El triángulo de las Bermudas de Charles Berlitz. Bueno, libros de esoterismo y ovnis… unos cuantos kilos para mi infancia-finales de los setenta. Y de principios de los ochenta: en casa de Gonzalo, mientras mis compis de colegio estrenaban su pubertad escuchando a Madonna en la piscina y jugando al beso-atrevido-verdad, yo registraba la biblioteca del padre de Gonzalo, pródiga en libros setenteros y esotéricos/ovnis. Ah. Madonna. El no sé qué azul, era el disco. Los tiempos del vinilo, ah. Debo terminar el artículo sobre Michael Jackson o Juan de Dios me matará.
Le di una vez un beso en el cuello a una chica, en ese juego. Un beso absurdo: eran las reglas. Absurdo por lo de lo del cuello. No sé. Quiero decir: también salía a la piscina. Bailaba el Papa don´t preach. Y tal. Luego volvía a los libros raros. A través de pasillos con fotos que el padre de Gonzalo hacía a su mujer.
Fotos de rollo setentero. Ergo muy chulas.
Los chicos raros no besan a las chicas. Lo he leído en la blogosfera, no sé dónde. Mientras el sol está ahí arriba, yo blogueo a ratos, aquí abajo. Creo que es un libro. Creo que fue en los alrededores del gran Absence. Tardé en besar a una chica. Y me gustó. Por lo que ahora lo hago. Siempre que puedo. Que es decir cuando cae el sol, cuando el calor declina. Aunque parece que esta noche va a ser, una vez más, una de las más calurosas del año. Como para no dormir. Mejor, porque son ya casi las doce y aún no he volcado mis notas sobre Jacko. Vale, Juande: esta noche cae ese artículo.
Aguardo la luna.
Solo déjame terminar con esto: luego descubro que Rodrigo Fresán también es fan de von Däniken. Bueno, y de todo lo setentero. Cuando Luz vio la portada de la primera edición de Mantra, me la mostró en la librería. “Mira, este libro lo han hecho para ti”. Por la portada, lo dijo: muy segura. Y acertaba, claro. Años después de leer El triángulo de las Bermudas, y aún algunos años después de ser amigo de Su Hautoría, descubro que Su Hautoría también fue fan de ese libro. Friki-fan de todos esos libros esoterióvnicos.
Son círculos aproximados pero exactos, muy exactos; órbitas estacionarias en torno a ese agujero negro. Los setenta.
(Y AQUÍ UNA NOTA AL MARGEN; EN EL CENTRO: ¿PARA CUÁNDO LA REEDICIÓN DE LA LECTURA QUE HIZO KIRBY DE 2001?)
A Diego no logré contagiarle mi fervor por El hombre que cayó la tierra. Dadme tiempo. Porque aún hay tiempo. Creo. De momento, cae otra vez la noche. Sigo en la espiral setentera: veo un mediometraje de Kenneth Anger. A lo mejor no es de los setenta, pero lo parece. No voy a comprobarlo, me da igual. La acabo poniendo dos veces, porque a la mitad de la primera (vez) he venido hasta el ordenador para escribir un pequeño relato. Hasta el pequeño ordenador: es el que tiene tildes. Para el blog, pensé. El relato. Pero no. Para otra cosa. Aún no sé.
Yo qué sé. Tildes, tildes: os hecho de menos, hermanas; sin vosotras los textos carecen de tension [3]. Abro libros al azar, mientras voy al dormitorio; tambien a la cocina. Porque no logro terminar ningún libro, trato de hallar las frases sueltas. Que iluminen. Me iluminen con frío, en todo caso; no más calor, por Dios. O por The Source.
Adiós, por tanto, a Albert Einstein; adiós a Schrödinger, y tal. A todo eso.
No es un adiós. Pues hasta luego, entonces.
Hasta hace poco también leía El Cuarto Mundo de Jack Kirby. Qué gozada. Indescriptible. Pero no más palpitaciones, de momento. Hasta luego, Jack, por tanto. Redescubro tu Jimmy Olsen, la parte que menos me gustó de la primera lectura. Los DNAgents y los Hairy, el mini-planeta Transilvania: qué conceptos deslumbrantes. Qué realidades.
¿De dónde?
"De la Luna, chaval".
Vuelvo a la Luna, sí. Vuelvo a la Luna, tío.
Voy a escribir, un día de estos, sobre mi relectura de El Cuarto Mundo de Kirby. Pero no hoy. O sea ayer. Lo digo porque hoy añado este párrafo para publicar este post que ya se ha retrasado un día. Ya dan los doce.
Más párrafos. Lamentable pérdida para el mundo. No pérdida: retraso. Solo eso.
La Fuente nos asista, Jack. Lo que tú digas.
Y etc.
[1] Primero "Te quiero" y luego "Perdona": adviertan que nos hallamos ante uno de los esquemas mas perversos y perversamente recurrentes de nuestra comunicacion (deconstruccion no aplicable a este caso concreto, claro esta).
[2] Comparto su obsesión por la Saga del Oso Místico de Sienkiewicz. No comparto, ay, la posesión que él sí disfruta de varias de esas páginas originales. Y coincidencia: quiero escanear una de esas viñetas para el artículo de Jacko. De mi copia, claro. ¡Y el tiene la portada del numero en el que aparece esa viñeta!
[3] Adviertan la falta de tilde en esta ultima palabra: ironias; siempre que vean palabras sin tilde sepan que son añadidos posteriores desde el ordenador grande y mientras cuelgo el post. He jodido la conexion de internet del portatil, asi como algunas otras nimiedades que, juntas, tornan un desastre todo esto, como siempre.
[4] Más nueva información, vía Evanier: Big Barda es el resultado de la unión del físico de una playmate de la época y de la –arrolladora- personalidad de Roz, mujer de Kirby.
6 comentarios:
ey! vaya entrada más guapa. Ahora la leo.
gineserj
Esther: lea, lea. Pase y vea.
Un placer jalearte. En cuanto vuelva a Murcia caen esas cañas. Hecho.
Un abrazo, neng.
Me ha hecho mucha gracia Sr. Tropovski.
Esa tristeza por la pérdida de sus hermanas las tildes... y ese caos de códigos html... le imaginé tan beckettiano ¿se diría así? y tal.
Me llevé su texto al tren para poder leerlo con tranquilidad, y mientras lo leía, pensaba en Javier Moreno, claro. Ahora que veo los comentarios se confirma, claro. Y tal. Nada. Que me ha encantado esta disertación interior. Que daría lo que fuera por robarle ese penúltimo cuaderno. Y yas'tá, Sr. Tropovski. Que luce usted como un minidios.
gryog
Muchas gracias, Esther.
¿Códigos html -copio y pego para conservar la tilde: ¡no se me había ocurrido hasta ahora!-? El caos es peor de lo que pensaba...
Minidiós... Hoy pensaba escaparme a la playa, pero ahora me asusta que allí los cientos de bañistas se inclinen y rindan pleitesía ante mi estera..
¿Me asusta realmente? Mmm...^_^
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