viernes, 21 de marzo de 2008
A X: una cola
Me puse en la cola para comprar un billete, cuando llegó mi turno alguien me rodeó con una descarada maniobra, adelantándose y pidiendo el suyo. “Pero me toca a mí”, me quejé. Quien se había colado, mirando al expendedor, insistió nervioso: “Para X” y el expendedor se giró hacia mí para preguntarme: “¿Pero va usted a X?”. “Sí”, pensé, "sí", respondí, y el otro llamó una vez más la atención del encargado; “Vamos”, le conminó nervioso pero también ya en parte, creo, avergonzado. El expendedor aún me miraba. “Es lo mismo, atiéndelo a él”, cedí. “Pues entonces”, concluyó el dependiente molesto, mirando a su mostrador y encogiéndose de hombros, tendiéndole al momento su billete. Después pedí el mío y salí de allí, creo que sonrojado, recorriendo en paralelo y a la inversa la larga de hilera de gente que aún esperaba, gente que iba a X, de espaldas a mí por momentos, hasta la puerta corrediza que deslizó sus hojas automáticas para permitirme salir; sonó una melodía a través de megafonía: el tren salía pronto.
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