“Quizás te mereciese la pena”, añadió cuando dejó de reír: así el infierno quedó congelado. Nunca lo sabré, la cosa no fue a mayores porque a ella no le interesó; intenté besarla pero se apartó: no se le abrían los chakras, me dijo, y la verdad es que lo agradezco porque habíamos bebido bastante y aún íbamos a hacerlo más; dos horas más tarde estaba tan bebido que habría hecho, supongo, un papel más bien pobre.
Solo si no fantaseo con la mañana siguiente, con el despertar en su casa de la montaña, ya perfectamente recuperado y dispuesto para hacerme con su cuerpo. De cualquier forma nos reímos mucho aquella noche, estuvo muy bien. Pienso en ella y pienso en las risas, pero también en los asesinos en serie y en un congelador abierto, en una pequeña luz al fondo de una casa en la montaña, con mis restos dentro. A veces la recuerdo, sí: es como patinar sobre un estanque helado.
Actualización: relato incluido en la antología Semana de pruebas (Lagartos Ediciones, Almería, 2009).
6 comentarios:
Jo, tío, qué cabrón.
Qué cabrón, qué pedazo de relato.
Me alegro de tu vuelta a la literatura. La metáfora final vale su peso en hielo. UNa metáfora vale más que mil fotos.
cuidado con los asesinos en serie, muchos matarían por un relato que no le llegara a la suela de los patines de éste
¡Gracias, chicos! Os quiero, y he pensado en vosotros para la entrada que viene. A ver qué os parece el siguiente baile sobre hielo: va dedicado especialmente a don :D -ieg- o:
Has hecho de mí literatura...
moooolaaaaaa.
[emoticono mirando fijamente]
[emoticono sudando, nervioso]
[emoticono mirando fijamente]
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