miércoles, 12 de marzo de 2008

La cita: una noche


Concertamos una cita tras conocernos a través de un portal de encuentros, en Internet.
Después de dos horas y media que incluyeron una cena ligera a base de tapas, cuatro cervezas, la primera copa y un sentido del humor que yo percibí no sólo parejo al mío sino también al alza, me confesó de repente, a propósito de alguna película que comentábamos y porque me sorprendí de sus conocimientos enciclopédicos acerca de un asesino real que había servido de inspiración para varios clásicos del género, confesó, decía, que era aficionada a los asesinos en serie.
No bromeaba, pero quizás lo hizo cuando añadió acto seguido que esperaba que no me asustase ni la considerara una enferma. ¿Me habría acostado con ella? Sí, aunque yo mismo le dije que, si la cosa llegara a mayores esa noche, tenía miedo de acabar descuartizado en su congelador. Rió y su risa fue una ducha en el infierno, que dijo el poeta.

“Quizás te mereciese la pena”, añadió cuando dejó de reír: así el infierno quedó congelado. Nunca lo sabré, la cosa no fue a mayores porque a ella no le interesó; intenté besarla pero se apartó: no se le abrían los chakras, me dijo, y la verdad es que lo agradezco porque habíamos bebido bastante y aún íbamos a hacerlo más; dos horas más tarde estaba tan bebido que habría hecho, supongo, un papel más bien pobre.

Solo si no fantaseo con la mañana siguiente, con el despertar en su casa de la montaña, ya perfectamente recuperado y dispuesto para hacerme con su cuerpo. De cualquier forma nos reímos mucho aquella noche, estuvo muy bien. Pienso en ella y pienso en las risas, pero también en los asesinos en serie y en un congelador abierto, en una pequeña luz al fondo de una casa en la montaña, con mis restos dentro. A veces la recuerdo, sí: es como patinar sobre un estanque helado.


Actualización: relato incluido en la antología Semana de pruebas (Lagartos Ediciones, Almería, 2009).

6 comentarios:

Joseda dijo...

Jo, tío, qué cabrón.

Qué cabrón, qué pedazo de relato.

Anónimo dijo...

Me alegro de tu vuelta a la literatura. La metáfora final vale su peso en hielo. UNa metáfora vale más que mil fotos.

sr hueso dijo...

cuidado con los asesinos en serie, muchos matarían por un relato que no le llegara a la suela de los patines de éste

Joseóscar dijo...

¡Gracias, chicos! Os quiero, y he pensado en vosotros para la entrada que viene. A ver qué os parece el siguiente baile sobre hielo: va dedicado especialmente a don :D -ieg- o:

Anónimo dijo...

Has hecho de mí literatura...
moooolaaaaaa.

Joseóscar dijo...

[emoticono mirando fijamente]

[emoticono sudando, nervioso]

[emoticono mirando fijamente]